Lo que empieza como un juego, no siempre acaba gustando.

Llega un momento en el que una persona se para a pensar en todo lo que ha vivido. Recuerda tantas cosas... Algunas te apetece repetir, pero otras tantas, prefieres que queden en el olvido. ¿Cuantas han sido las veces que te has tenido que encerrar llorando en tu habitación cuando ya no podías más? ¿Cuantas han sido las veces que te has sentido inservible y que nadie te entendía? ¿Cuantas han sido las veces que se te han pasado cosas horribles por la cabeza? Seguro que eres de esas personas que cuando están mal, se dedican a juzgarse a so mismo por cosas que no es y jamás será. Pero créeme, no eres la única persona que piensa cosas horribles de si mismo cuando está bajo de ánimo. Para mi la única solución que hay cuando estás bajo de ánimo es llorar, llorar, y volver a llorar, hasta que te quedes vacío por dentro. Después de esto, busca a alguien de confianza y cuéntale todo lo que te está pasando. Hazme caso, porque lo que empieza como un juego, no siempre acaba gustando.